viernes, 20 de mayo de 2011

Curitas de € 30 el Corralón y otras peripecias.




Esta historia tiene que empezar por el principio. Desde que el desgraciado de “Dominic” se pasea por Ámsterdam con mi Blackberry blanquito, yo vivía en un estado de incomunicación móvil. En una operación estilo “Rápido y Furioso” Coral fue a Milán y trajo de regreso mi nuevo Blackberry, que no cancela la venganza contra Dominic en la que trabajo.

Para recogerlo, quedé de ver a Coral en la biblioteca de su facultad, que queda como a 5 cuadras de la mía, caminé a dónde estaba ella y de regreso me acompañó, claro, con su bicicleta. Una cuadra antes de llegar a mi facultad decidió que era demasiado caminar y propuso que yo me subiera en la parte de atrás, soy experta y procedí como de costumbre, pero 5 segundos después moví mi pie para atrás y se atoró en la llanta, la cicatriz del pedazo de piel que me rebanó ni me importa porque está justamente donde tengo las cicatrices de quemadura de aquella vez que creí que podía saltar el fuego.

Necesitaba básicamente una enfermera que me curara la herida en el talón y pregunté en la universidad con quién podía ir, me dijeron dónde estaba la oficina del doctor. Llegué a la oficina y no me podían atender porque el doctor iba a salir a comer en 15 min (quítate IMSS que ahí te viene la ineficiencia holandesa) por fin me atendieron media hora después pero como no traía mi credencial del seguro en la bolsa tuve que pagar la modesta cantidad de 30 euros ¡¡¡sólo por la consulta!!!, pero no me quedaba de otra porque no podía seguir caminando. El doctor todavía me quería dar receta para ir por Merthiolate holandés o qué se yo y curitas a la farmacia, pero creo que lo vi muy feo porque terminó dándomelos de las muestras médicas. ¡Qué descaro! Después de lo que me cobraron, si hubiera podido caminar en un principio habría ido yo por curitas de un euro.


Ya había superado ese episodio, pero el viernes pasado el Karma bicicletero me volvió a atacar, tal vez porque era viernes 13 (ni te cases ni te embarques). Teníamos clase en La Haya. Dos conferencias con abogados del diablo de esos que no se la piensan dos veces antes de pasarse los derechos de pueblos enteros por el arco del triunfo sólo para proteger a las grandes empresas que patrocinan esos trajes Armani que les quedan tan bien. Pero ese no es el punto. El punto es que a las 8 am ya estaba lista para salir y Aditya (mi vecino y compañero de clase de la India) me informó que había huelga en el transporte público y entonces en lugar de tomar el tranvía a la estación de trenes, tuvimos que ir en bici.

Cuando llegamos ya era muy tarde y no tuvimos tiempo de buscar un buen estacionamiento, así que dejamos nuestras bicis al lado de otras muchas que estaban estacionadas ahí y para mayor protección las encadenamos juntas. Fuimos a las conferencias, nos demoralizamos, salimos y de regreso a las bicicletas, no había nada, ni las nuestras ni las de los demás.

Pensé que era la perdición de mi bici, porque por más que yo ame a Bikeman, pues don viejito no da recibo oficial y esas cosas son indispensables para probar que uno es el propietario de cierta bicicleta. Hicimos un poco de investigación y este lunes nos lanzamos a la aventura, tranvía al centro, tren a Amsterdam Sloterdijk después un autobús hasta los confines de la tierra, allá donde está la planta tratadora de aguas residuales, caminar por 15 min y después a la derecha, el “corralón”.
Un lugar sublime, con innumerables bicicletas que la gente no reclama jamás, unos trámites y 10 euros más tardes logré rescatar mi bicicleta íntegra del corralón, si eso pasara en México tal vez ya no tendría llantas. Mis respetos.