Les presento a Ivette Moreno Jiménez (@ivette_moreno en Twitter), la mujer más incompetente del mundo. Mi jefe diría que no rompe un
buñuelo a sentones. Ivette trabaja en comercio electrónico de Atletica, la
marca deportiva, donde aparentemente mantiene un reino de la pereza y practica
juegos macabros de tortura psicológica a los clientes.
Hace unas semanas compré unos
jerseys en Atletica y pedí que los personalizaran, ya saben, logo de un equipo
que me inventé, número y nombre del jugador. Como tenía poco tiempo, puesto que
eran para un regalo, contraté un diseñador patito en fiverr.com que rapidísimo
me hizo un logo espantoso pero que daba el gatazo para el cumpleaños.
Lo mandé y esperé mis jerseys,
como al tercer día, que ya debían haber llegado me mandó un email Ivette Moreno
para decirme que en ese formato no estaba bien. Era en .pdf y la página de
Atletica especifica que con ese basta. Pero bueno, no tenía tiempo que perder,
contacté al diseñador y conseguí enviarle el archivo como ella lo pidió.
Pasaron otros 6 días y me puse
algo impaciente, así que le envié un correo para saber más o menos cuánto se
tardarían, me contestó que “ya merito” que ese mismo día las enviaba. 2 horas más
tarde, me envió otro correo con la novedad que el logo que le envié no iba a
servir para nada y que en ese formato (Ilustrador) no lo podían imprimir porque
no estaba vectorizado.
Entré en pánico, pero Romy una
súper diseñadora, salió a mi rescate. No sólo hizo un logo nuevo mucho más
bonito, sino que lo tuvo el mismo día que Ivette Moreno terminó de batearme el
que llevaba “procesando” por más de una semana y lo hizo con las
especificaciones que pidió Ivette.
Pasaron más y más días. Llegó un
momento donde pensé que si no estaba detrás de Ivette, pues ella simplemente se
tardaría una eternidad. Así que me vi obligada (tengo que aclarar que odio
hacer ese tipo de cosas, pero también odio que me roben mi dinero) a escribirle
diario o llamarle al teléfono para preguntarle si ya estaba dispuesta a hacer
su trabajo o si pensaba sentarse a picarse el ojo otro día. Obviamente no
utilicé esas palabras, pero si hubiera podido habría dicho cosas peores.
Pues esa fue una semana donde
Ivette se alocó con sus juegos de tortura al consumidor. Respondía los mails
diciendo que ya casi, al teléfono era dulce, pero cuando colgaba la imagino
riéndose cual bruja frente a una olla enorme de pócimas de la holgazanería
pensando en cuánto tiempo puede postergar su chamba. Tal vez yo no entienda
bien las cosas, es que me confundo un poco con los números cuando pienso que la
chica fue 5 años al Tec de Monterrey y se tomó 3 semanas para planchar 2
camisetas. No es mi culpa que haya ido a la universidad para planchar
camisetas, pero tampoco le tengo lástima, es su trabajo y debería
responsabilizarse un poco, aunque tal vez debería tenerle lástima.
Después de sufrir por semanas,
llegó un punto donde ya no era capaz de llamarle al teléfono, porque me
frustraba y sigue pareciéndome difícil entender de dónde saca tantas excusas
para no hacer algo tan sencillo. Así que la última vez le habló mi roomie, casi
la mata por el teléfono, como es regia, tiene poca tolerancia a las estupideces
que escucha. Al final consiguió que Ivette me enviara el número de referencia
del envío del paquete, en la llamada le juró a mi roomie que ella misma había
atendido todo el proceso y que con sus manos había planchado los 2 jerseys,
para que estuviera tranquila.
Por fin y ya casi con diabetes de
los corajes, recibí un paquete en mi casa. Al abrirlo me di cuenta de la última
jugada de Ivette Moreno, quien en un derroche de profesionalismo, planchó los
nombres y números a medias por lo que se despegan de las camisetas y se caerán
a la primera lavada. Pero no sólo eso, imprimió y planchó el logo viejo, el que
me regresó como 50 veces para por fin desecharlo, el logo espantoso por el que
agradecí a los cielos cuando no cumplió con los requisitos de formato, todo estirado y pixeleado. Toda una campeona de la atención al cliente.
Pues ahí está, una inútil más deambulando
por las calles de Guadalajara impune. Por lo pronto no recomiendo comprar nada
de Atletica por internet, el sistema es un tanto precario, no se pueden
rastrear pedidos por lo que parece que uno está comprando en la época de “le di
todo mi amor arroba-lo.com…” que también ocasiona que uno tenga que hablarle a
Ivette Moreno sólo para saludar, porque para pedirle que haga su trabajo sería
una pérdida de tiempo.
En conclusión, si Ivette Moreno
les pide un día trabajo y ustedes tienen ganas de desarrollar cáncer en el
hígado, no duden en contratarla.