martes, 2 de septiembre de 2008

No gringos, no chinos, no mexicanos, ni uno.



Bienvenidos a Rovinj, localizado en la península de Istria a una hora de camino de Trieste, en la frontera italiana, ofrece a sus visitantes días tranquilos en el mediterráneo. Con sus playas rocosas y agua transparente, garantiza una total satisfacción. En este lindo pueblito, medieval, custodiado por Santa Eufemia, cuyo cuerpo llegó a la costa en el 380 y cuya catedral se encuentra en la cima de la colina, se respira un ambiente europeo de verano. No importa cuanto los busque, aquí no encontrará ni un gringo, ni un chino (y por chino nos extendemos a toda Asia) ni un mexicano, sus visitantes son en gran parte holandeses, húngaros y los siempre sonrientes alemanes. No se deje intimidar, la mayoría habla italiano, pero tampoco haga caso de la misa en italiano anunciada para las 7 y media, ya que se encontrará en una situación de incomprensibles cánticos y rezos tratando de adivinar a qué hora debe decir el padre nuestro.

Por la comida no se preocupe, ofrece una gran variedad de platillos del mar, para los amantes del pescado (y para mis pulgas), existen diversos platillos que lo encantarán, también es típico el calamar frito o a las parrilla. Para gustos mas terrestres, las especialidades croatas no faltan, ćevapčići, pljeskavica, praznici (chevapchichi, pleskavitsa, prasnichi) hechos a base de carne molida se encargarán de mantenerlo con la barriga llena y el corazón contento. Pero aun hay mas, usted puede ir a comerse un buen lechón asado, una tradición que pasa de generación en generación, es el puerquito con la manzana en la boca que ha visto en las películas, puede aprovechar esta oportunidad para comerlo, un verdadero manjar.

Entre otras actividades, puede ir a pasear en la noche al muelle, sentarse en un bar sobre las rocas del mar, actividades deportivas como tennis, o fútbol, clases de húngaro etc. No olvide su traje de baño y prepárese para la diversión.

Portofino



Si hay una cosa que me trauma de Italia es que hay playas privadas. Todas están concesionadas para “clubs de playa” que no tienen nada de interesante, no tienen alberca ni jacuzzi ni nada, solo tienen sombrillas y sillas de playa con las que retacan la poca arena existente. Claro, bendita sea la democracia y que la gente tenga acceso al mar también, así que por cada playa repartida en clubs dejan un pedazo (obviamente el mas pinche) libre para que la gente llegue.

Pues fuimos a Portofino, que es de lo mas “top” en Italia, no llega ni el tren, hay que ir a Santa Margherita y de ahí pasa un camión que se va por “la costera” más peligrosa que haya visto jamás y hace dos paradas, la primera en el centro de S. Margherita la segunda en la “playa” y la tercera en Portofino para un recorrido total de 20 min.

Primero fuimos hasta Portofino y vimos los yates elegantísimos y los barecitos a la orilla, el mini-pueblito no tiene más calles que millones de escaleras para ir a todos lados, o sea, que no es opción para ir a jubilarse, hay que ir cuando se es joven porque esas escaleras son casi casi olímpicas. En el puerto vimos un par de veleros estacionándose con un señor rico y unos 15 miembros de la tripulación en cada uno que sudaban frío con cada movimiento para no chocar al barco contrario. Nos sentamos en uno de los barecitos para tomarme la coca de 300 ml. más cara de mi vida y dimos una vueltita por las escaleras, que Portofino de todos modos es muy pequeño.

De regreso decidimos ir ala playita, al fin y al cabo ya traía el traje puesto, pero para mi sorpresa, del pedazo de 80 metros de playa que había 40 eran para un club de playa, 45 para el otro y había un pedazo en medio de los dos “libre”, que para que el proletariado no se mezcle con los que pagaron 50 euros para usar la sombrilla todo el día, la playa está dividida hasta el mar por un muro-de-Berlín de madera. Agarré mi toalla y pensé en buscar un pedazo para quedarme pero había tanta gente en ese espacio de 5 metros de ancho por lo que había de arena hasta el agua que no eran más de 15 m. que no cabía mi toalla, es más, no cabía yo parada, llenaba de arena a las personas o las golpeaba a cada paso que daba. Tuvimos que irnos de ahí y buscar un pedazo de piedras del otro lado de la bahía para estar, cuando se nubló regresamos y ya no había gente así que pudimos quedarnos. Jamás había sentido claustrofobia en el mar.

Ah, para Agustín, el highlight del viaje: nosotros fuimos el 6 de Julio, mi roomate de Kuwait (que era mas raro que un perro azul… bueno o árabe, no se cual es el problema) fue al día siguiente, claro que no me invitó, ni me dijo que iba (ni sabía que yo fui), solo me dijo dos días después que se encontró a Jennifer López y Marc Anthony en el puerto, que seguro estaban estacionados al lado del yate que puedo jurar que tiene mi roomate, pero que tampoco me dice.

Tacos Arabes



Tal como el grupo de facebook, a falta de los tacos me fui a comer un kebap, el problema fue que olvide la cámara fotográfica al final. Salí con la sensación de que algo me faltaba, la típica, pero me convencía mí misma que eran solo “mis nervios” y no hice caso, hasta el día siguiente que vinieron Attila y Alessandro a cenar a mi casa y a la hora de las fotos, ¡téngale! Que no tenía la cámara.

No me quedó otra que volver a “Istambul” el local de los kebaps que queda cerca de mi casa, con cero esperanza de volver a ver mi cámara, al final de cuentas, ya queda poca gente “decente” en este mundo y los árabes no encabezan la lista, a preguntar por mi cámara, hasta pena ajena me daba yo de pensar la forma en la que me iban a negar rotundamente haberla visto, aunque cuando salí de los tacos no había nadie mas que ellos, que corren a limpiar tu lugar antes de que lleguen nuevos clientes.

Entré en el lugar y me dirigí al muchacho que me había atendido antes, le dije con mi mejor sonrisa:
-Hola!!, fíjate que ayer vine a cenar y se me olvidó mi cámara.
Antes de que se atreviera a decirme que no… continué.
-Si!!!, mira es una así chiquita verde, super bonita, y estaba sentada por allá y entonces me fui y la deje arriba, al lado del plato bla bla bla…

El muchacho tenía cara de que no me entendía, pero en eso llegó un compañero suyo y le dijo, sí, es esa que está en el cajón. El muchacho abrió el cajón y sacó mi cámara…. Que felicidaddd!!!! Me voy a tragar mis palabras, los árabes son decentes!!!!! Son muy decentes!, ya me viera olvidando la cámara en los tacos de Chapultepec porque seguro no la vuelvo a ver jamás. Salí saltando de felicidad, es más, todavía no me la creo.

Al día siguiente estaba en un bar y saqué la cámara y me acordé de la historia, así que mientras les tomaba fotos a mis amigos les contaba lo que me pasó. En un punto me puse a revisar las fotos del bar y le daba para atrás y para atrás hasta que llegué a unas fotos que no reconocí….

Les paso el photoshoot que se tomaron los del kebap con mi cámara, hay de todo, para el calendario del local, desde haciendo los taquitos, hasta un video del trapeador!, pasando obvio por la foto de malvados y la foto con cuernitos, para que se rían tres horas como yo.