domingo, 14 de noviembre de 2010

Sin llantitas



Esperé más de dos semanas para comprar una bicicleta, mientras gastaba el dinero que tenía para comer en transporte, principalmente porque las bicicletas aquí están sobrevaluadas y porque una amiga mía debía venderme una de sus múltiples bicicletas (que yo se que están en buenas condiciones y a un precio decente), pero ante sus “malquedadencias” opté por el plan B.

El plan B se llama “Bikeman”, mis compañeros de piso tienen el teléfono de un señor jubilado que trabajaba en una tienda de bicicletas y reparaciones, no sabemos su nombre, pero si le hablas a su celular te pones de acuerdo con él y él te trae hasta tu casa una bicicleta en buenas condiciones y a precios que no puedes conseguir en otro lugar.

Fui a pedirle a Manu (el español) el teléfono del señor y me dijo que justamente el señor vendría al día siguiente a entregarle una bicicleta. Así que me levanté temprano y me vestí para esperar a Don Bikeman y hablar con él directamente, lo vi llegar a bordo de una bicicleta roja muy linda que le vendió a Manu y en eso le expliqué que yo también quería una; el señor me preguntó que para cuando yo le expliqué que me urgía y me dijo que en una hora regresaba con una bicicleta para mí.

Una hora después baje y ya estaba esperándome en la entrada, con una bicicleta verde, es perfecta, podría ser más bonita, pero es perfecta, me pidió que me subiera para que yo revisara si me servía, a mi me daba pena porque hace mucho que no me subía a una bicicleta y pues una no quiere dar el azotón ahí frente a él, pero intenté subirme y descubrí que estaba muy alto el asiento para mí, se lo dije y en un segundo lo arregló con las herramientas que traía.

No sé que tan cerca vive, pero es como el Santa de las bicicletas, estoy segura que es la mejor persona que vive en Amsterdam, en un minuto saca bicicletas y si obtiene alguna ganancia, es mínima por los precios que “vienen manejando” aquí.

Entonces por segunda vez me pidió que diera una vuelta para que analizara si todo estaba bien, le mencioné que hacía mucho que no andaba en bicicleta y el señor, super lindo, sostuvo la bicicleta y dijo: - Anda, sube! Entonces me subí e intenté pedalear y él, en todo su papel de abuelito de comercial de televisa del día del abuelo (con todo y la filmografía de “Los años maravillosos”, ya saben el efecto de proyector de los 60) empezó a empujar la bicicleta mientras yo trataba de mantener el equilibrio y cuando estuve lista la soltó y empecé a andar yo solita, sí solita y sin llantitas.

2 comentarios:

Moroko dijo...

y la bici de la foto es la tuya??
se ve bien!

la Bici que te platiqué que tenía la regresé al Don de las Bicis de Wismar (parece que en todos lados hay uno) pero este se la pasaba borracho el viejito.. buena onda, pero medio nazi. me "vendió la bici en 20€" y cuando se la regresé me regresó mi dinero.. Socialismoa puro. En eso quedó el viejito borrachito de la DDR conmigo. :D

Diana Trujillo dijo...

Heyy que buena onda!!! yo espero poder venderla al mismo precio :) digooo la he tratado muy bien y le he puesto sus cositas (cadena, luz y bolsas de carga) :P
Que buena onda!!! capaz que le hablo al mismo bikeman jajajaj