jueves, 10 de julio de 2008
Ladri di Biciclette
Yo en verdad no quería comprarla pero luego Attila no me deja hacer nada divertido, en la película se veía fácil robarlas, supongo que hay que tener más cuidado pero de todos modos no pasó. Desde un principio las buscaba entre los anuncios de cosas usadas, porque una nueva cuesta alrededor de 100 euros y una buena 200 o 300. Claro que yo pensé, dado que aquí todo se roban, según lo que escuche en las noticias alrededor de 290 mil al año solo en Lombardía, que los precios serían bajos y mucho mejor, que seguro había un mercado negro de bicicletas robadas a precios increíbles, pero no es así. Todas las venden carísimas, no es que las cuiden mucho, un pedazo de chatarra cualquiera y piden 80 Euros. ¿Cómo se atreven? Yo, justo el día que encontré (no la Maseca) el sustitutivo sudamericano (porque aquí esta lleno de ecuatorianos y peruanos) de la harina para hacer tortillas, chafonas, pero tortillas, un puesto en el mismo mercado latino que vendía unas bicicletas horribles y viejas, tenía que ser una buena oferta, el tipo pedía 60 euros (yo obvio no le iba a dar más de 50) pero le dije que lo pensaría, porque insisto que aquí las venden con el valor sentimental.
Mientras torteaba con mi nueva harina venezolana marca PAN (si hacemos harina y nos llamamos PAN) como si ya no hubiera mañana y unas tortillas eran mas chicas otras más gordas pero al final eran tortillas lo pensé y decidí regresar, pero bendito dios que no lo hice luego luego porque al día siguiente vi tirado en la sala de mi departamento-cuchitril las ofertas del supermercado que cumple 50 años y justo tenían la bicicleta de mis sueños a 70 euros, corrí por ella por aquello de “hasta agotar existencias”.
Es perfecta, obvio azul, con una luz que se enciende mientras pedaleo, es todo lo que siempre soñé. Pasaron como 3 semanas hasta que ayer por fin Attila me le arregló el manubrio que ya se me hacia raro que estuviera tan bajo pero es que más bien lo vendían volteado y había que ajustarlo, pero bueno, mas vale tarde que nunca. Lo único que le falta es una de esas canastitas para ir por los baguettes (que no compro) y poner mi bolsa (que si me sería útil), ahh y una campanita para pitarle a la gente terca que insiste en atravesarse.
Inmediatamente quise ir a trabajar en mi flamante bicicleta pero se me olvidaba que yo no se bien como funciona eso de andar en bicicleta por la ciudad, así que los primeros dos días casi atropello a 3 viejitas y 2 civiles pero lo peor es que casi me atropellan a mi como 10 veces. Los osos mas grande los hice llegando al trabajo, porque está Luciano (el de la puerta) ahí parado siempre y al principio entre que casi me caí como 2 veces, y siempre me quedaba del otro lado de la calle porque no me dejaban cruzar, más bien yo no sabía como y el me veía con cara de “cruzaaa cruzaaaaa” pero eventualmente fui mejorando y él siempre me abre la puerta hasta deja encargado al portero del edificio de enfrente cuando no está.
A veces me siento como en el Truman Show, siempre me encuentro a la misma chica en bicicleta que va vestida como modelo a trabajar en el primer alto. Después a la señora con la carriola roja con los gemelos, el señor que fuma delante de su oficina y a la otra señora que lleva a la niña de la mano.
Pero me encanta, encuentras muchas cosas vagando por la ciudad, como cuando quería ir al parque pero pasando por la catedral había la promoción del festival de cine y tenían los mejores cortometrajes de los años anteriores en la pantalla gigante así que ya no llegué al parque, o llegar a la fiesta en bicicleta y poder regresar a la hora que quiera, obviamente no puedo tomar… no todas se ganan.
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